El Chino somos todos

El Chino somos todos

EDITORIAL

La consagración de Diego Simonet en la Champions League, siendo el primer argentino en la historia en lograrlo, es la concreción de algo que parecía impensable para nuestro handball. Pero, evidentemente, nada lo es.

El Chino somos todos porque es el sueño hecho realidad de todos los que jugamos alguna vez a este deporte. Todos soñamos alguna vez con ganar una Champions. No importa si era arañando un partido en la época del Barcelona de Masip, Garralda, Guijosa, Cavar y compañía en Televisión Española; o si era bajando un partido de internet o viéndolo por TyC Sports en la época del Kiel o el Ciudad Real; o si era mirando en vivo por streaming o ya por DeporTV en los últimos años. Fue él quien cumplió ese sueño.

El Chino somos todos porque es el resultado de años de sacrificio, trabajo, entrega, pasión y amor por este deporte. Todos hemos dejado cosas de lado por este deporte. No importa si era dejando de salir un viernes o sábado a la noche porque al otro día tenías partido; o si era ir a entrenar después de arrancar a las 6 de la mañana a la facu, para después ir al laburo y recién ahí ir al club; o si decidiste dejar a tu familia y amigos para probar suerte en el exterior. Fue él quien plasmó tanto esfuerzo en este título.

El Chino somos todos porque es el playón llevado a la gloria en el máximo evento del handball europeo (y mundial). Todos hemos mamado la identidad de nuestro handball. No importa si era en el Mundialista de Villa Ballester, en el gimnasio de Polvorines o SEDALO, en el playón de Ferro o Luján o en el gimnasio de Barrio Parque o Maipú. Fue él quien demostró que se puede ser uno mismo en un playón o ante miles de personas en Alemania.

El Chino somos todos porque es el camino bien recorrido, sin prisas, pero sin pausas. Todos tenemos un compañero que decidió irse a jugar afuera. No importa si era en Brasil, en la liga italiana o si llegaron a Francia o España. Fue él quien dejó en claro que las etapas están para cumplirlas y no para quemarlas. Primero en Brasil, después en España y más tarde en Francia; inicialmente en un club mediano y, posteriormente, sí en un grande. Dejando siempre su marca. En todos.

El Chino somos todos porque su historia junto a la Selección Nacional es indeleble en nuestra memoria y nuestras retinas. Todos hemos visto su juego, vibrado con sus fintas impredecibles y festejando con sus triunfos. Fue él quien apareció en categorías inferiores, primero a nivel continental, para después explotar en los Mundiales Juvenil de Bahrein 2007 y Junior de 2009; quien en 2011 saltó con todo a la Selección Adulta sacudiendo a Suecia en el Mundial y logrando la primera clasificación olímpica en Guadalajara; quien tuvo la alegría máxima de ser olímpico en Londres 2012, pero tuvo la decepción de no poder estar en Río 2016; quien se sumará a la Selección para iniciar el camino a Tokio 2020 en Cochabamba.

El Chino somos todos porque es nuestro y porque nos representa. A vos y a mi. A todos. Y lo bien que lo hace. Dentro y fuera de la cancha. Llevando siempre la celeste y blanca no solo en el pecho, sino también en el corazón.

Gracias Chino.

Pablo Monti

El logro del Chino en las redes:

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